martes

Sunny...



- ¿No te da miedo, que algún día te descubra? - Dijo mientras veía como ella arreglaba su cabello.
- Es tan iluso que todavía cree en Santa Claus - Respondió ella mirándolo por el espejo - ¿Llevamos cuanto? ¿5, 6 años?, jugando a que tu eres uno de sus mejores amigos y yo una linda esposa fiel - dando los últimos retoques a su maquillaje

Él se levanto de la cama... ella dirigía sutilmente la mirada a sus ojos negros. Abrazándola por detrás, le removió su cabello, fijo su mirada en ella... ambos se veían a través del espejo - haríamos bonita pareja... Lástima, tu no quisiste - sonriendo se retiro a darse una ducha - No olvides llevarte tus llaves - dijo él antes de cerrar la puerta de la ducha.

- Ya me voy, que faltan 15 minutos para que termine la hora de la comida y Eduardo me marca para saber como me fue - fue lo último que escucho de ella.

Él salió de ducharse, arreglo la ropa que usaría y partió de su casa, tenía ya fuera de la oficina bastante tiempo y decidió ir a ver los pendientes con su asistente. 

- Gaby, por favor espérame, iré para allá - dijo Raúl, casi sin saludar.
- Si señor, aquí lo espero - respondió Gaby.

No tardo mucho en llegar al Lobby y ver que el auto de Astrid ya no estaba, pidió las llaves al portero y  partió.

- Hola Raúl, ¿Que te he hecho? - fue lo primero que escucho al contestar el teléfono.
- No me has hecho nada, ¿Por qué preguntas? - respondió él sarcásticamente.
- Porque no nos hemos visto en meses, te invito un trago esta noche - impuso aquella persona.
- Tengo tiempo después de las 9, en este momento voy a la oficina y después nos vemos, ¿te parece? - 
- Ok, me parece bien - Sin mas colgaron.

La estancia en la oficina fue totalmente para resolver la productividad de algunas áreas, arreglar asuntos con los contadores y ver los pendientes que tenía el área comercial. Gaby se fue a su hora, dejándole su botella de agua y despidiéndose porque ese era el día en que Federico y ella cumplían 2 años de casados.

No eran las ocho y media cuando recibió un mensaje de su amigo para recordarle que se iban a ver a las 9:30 en el bar del centro. Con un "Ok" Raúl respondió el mensaje, se dedico a enviar correos a sus clientes y a distintas áreas de la empresa.

- Hola amor, ¿Que planes tienes para hoy? - era Cynthia.
- Iré con un amigo a tomar un trago, ¿Gustas? - preguntó.
- Me encantaría, ¿donde es? 
- En el bar del centro, así se llama, está en la condesa
- Claro! si he ido, ¿A que hora llegas?
- 9:30, ¿Te veo ahí?
- Esta bien corazón.

Buscando a su amigo en el bar, lo primero que reconoció fue la blusa de Astrid y después a Eduardo. Con un sutil apretón en la cintura de ella logró captar su atención y sin soltarla le dio un beso en la mejilla, para después con un fuerte abrazo saludar a su amigo Eduardo.

- Estas mas ocupado que el presidente - dijo sonriendo.
- Lo siento, luego no tengo tiempo ni de respirar - respondió Raul.
- Siempre que te marco contesta tu asistente y es casi imposible que me transfiera, pero lo mejor es que ya podemos estar hoy reunidos - Eduardo le pidió otro banco al mesero y los tres se sentaron en aquella mesa.
- ¿Cómo has estado? Nos has tenido abandonados - dijo Astrid.
- Muy bien, trabajando - viéndola a los ojos.
- Trabajas que das miedo - dijo Astrid soltando un sonido parecido a admiración.

Eduardo no era un tipo muy trabajador, llevaba años en el mismo lugar sin lograr un ascenso, ni mucho menos un logro. Pero le agradaba su vida, su esposa y su forma de vivir, algo que Raul admiraba y a la vez criticaba de su amigo. Para Raul el tiempo transcurría muy despacio ya quería irse.

- Hola amor, ya llegue - dijo Cynthia parándose entre Eduardo y Raul.
- Hola corazón, ¿Hace cuanto llegaste?
- No mas de 5 minutos, solo que no hay lugar para estacionar el carro.
- Lo importante es que estas aquí, te presento él es Eduardo un amigo de hace años y ella es Astrid su esposa, también una gran amiga - Cynthia saludo a ambos de beso en la mejilla, Raul le cedió su lugar y pidió otro para él.
- Pensé que seguías soltero - dijo Astrid, su voz
- Sigue soltero, no hemos formalizado - respondió Cynthia
- Todavía no estamos listos para dar el siguiente paso - respondió Raul.
- ¿Cuanto llevan saliendo? - pregunto Eduardo.
- un año... un año y medio - respondieron ambos.

Eduardo y Astrid se rieron al ver que Cynthia contaba hasta los meses y Raúl no. El mesero al traer la silla de Raul lo obligo a sentarse frente a Cynthia y Astrid quedaba frente a Eduardo, sobre la mesa la mano de Astrid tomaba la de Eduardo, bajo la mesa la otra mano de Astrid rozaba la pierna de Raúl.

La conversación se cambio de rumbo, era el momento de saber los detalles del como se conocieron y como había logrado ella el tener una relación, si podía llamarse así con Raúl. Cynthia les contó como se conocieron en Europa, él estaba tratando de sacar citas para colocar su café en restaurantes de allá y al no saber hablar alemán, poco podía hacer, por eso busco en una escuela que enseñarán español, a alguien que le pudiera apoyar, fue ahí en donde se conocieron. Les contó como estuvo casi un mes acompañándolo, hasta que logro obtener un provecho... Después de intercambiar teléfonos, él regreso a México y ella se quedo varios años en Alemania, por asares del destino, ella obtuvo una oportunidad de venir a México y recordó que Raúl vivía ahí, no dudo en ponerse en contacto con él y se volvieron a encontrar y desde ahí han salido continuamente, sin llegar a formalizar, por los compromisos que ambos tenían en sus distintas profesiones.

Mientras Cynthia contaba su historia, Astrid de vez en cuando daba pequeños pellizcos a la pierna de Raúl.

- Creo que ya les contó lo que querían saber, ¿no? - Dijo Raúl un poco incomodo porque no le agradaba que la gente supiera de su vida, aun si eran sus amigos o familiares.

El tiempo paso entre copa y copa y sin darse cuenta la noche los acogió.

- ¿Tuviste algo que ver con Astrid? - Pregunto Cynthia, al ver que Eduardo y Astrid veían un mensaje que había recibido él.
- No - Respondió tajante Raul.
- Pues parece que ella trae algo contigo, la forma en que te mira, no es la misma como miraría una esposa al amigo de su esposo - Dijo ya molesta.
- No debes preocuparte... luego te cuento - al ver que se habían desocupado.
- Amigo, nos dio mucho gusto verte - dijo Eduardo al ver la hora - pero ya debemos irnos, mañana trabajamos -
- No te preocupes, el gusto fue nuestro - respondió Raul, dando un fuerte abrazo a Eduardo y despidiéndose de Astrid.
- Cynthia eres una mujer muy hermosa, debe cuidarte mucho de este granuja - dijo de manera sarcástica  - de verdad Cynthia, me agrado conocerte, de verdad espero que sean muy felices... - Astrid estaba escuchando lo que decía Eduardo y abrazándolo afirmaba lo que escuchaba.
- Cynthia mucho gusto - se despidió Astrid.
- El gusto fue mío al conocerlos - con una sonrisa sincera se despidió de la pareja.

Raul tenía poco de estar sentado y estaba esperando a que se desocupara Cynthia para estar con ella.

- ¿Pagaron? - pregunto Cynthia.
- Jamás pagan, por eso mismo no salgo con ellos - respondió Raul - ¿Gustas algo más? - le decía mientras levantaba la mano para llamar al mesero.
- Si, una margarita... Dime algo Raul y quiero que seas muy sincero, ¿Tuviste algo que ver con Astrid?-  Era imposible no verla a los ojos, esos ojos verdes y esa mirada que ponía cuando quería algo.
- Fue hace mucho tiempo, cuando teníamos alrededor de 15 años, yo estudiaba con Eduardo y a ella la conocí por otro lugar, sostuvimos un noviazgo de esa edad. Yo como sabes, tuve que irme a estudiar a otro estado, dejándola. Al pasar el tiempo supe que ella y Eduardo se conocieron y empezaron a salir sin saber que ambos me conocían. Los volví a ver hace 4 años cuando se casaron y fue él quien me invito, fue ahí que la volví a ver. Pero no ha sucedido nada desde ese momento - tomándole la mano - Te quiero, de verdad te quiero - dijo Raul.
- Te creo Raul, también eres una persona muy importante para mi, he seguido el ritmo que has marcado en esta relación - respondió ella bajando la mirada.
- ¿Que tienes? ¿Que necesitas? - pregunto él levantando su rostro con su dedo.
- Quiero vivir contigo - repuso Cynthia.

Como siempre el clima cambiante de la ciudad, trajo consigo una tormenta, espantando a la mayoría y acobijando a otros. Raul guardo silencio, la escena no podía ser mejor pintada, gente sentada en cada mesa, los meseros iban y venían, Cynthia y Raul viéndose a los ojos, sin decir nada, él mostró esa pequeña sonrisa de aceptación, ella solamente se acerco y le regalo un casi desapercibido beso, apenas rozando sus labios, que solo el inoportuno mesero pudo romper el hechizo.

- Su cuenta señor, por la nueva reforma, tenemos que cerrar a las 4 - dijo el mesero viendo que acababa de interrumpir.
Con un suspiro para contenerse el enojo, Raúl le dio su tarjeta y regreso su mirada a Cynthia, que jugaba con su dedo sobre la mesa, haciendo dibujitos que solo ella sabía que eran.
- ¿Quieres ir a dormir? - pregunto Raul
- Si, estoy algo cansada - sin levantar la mirada, respondió.
- Pero, ¿Quieres venir a dormir a mi casa? - volvió a preguntar Raúl, levantándole el rostro a Cynthia.
- Si, si tú quieres - Repuso ella.

La conversación tardo lo que tardo el mesero en traerle la cuenta a Raul quien firmo y se levanto de la mesa, tomando su blazzer y el abrigo de Cynthia. Afuera los esperaba el frio de Diciembre y ese aire helado que cala los huesos, Cynthia no dudo en abrazar a Raul y ambos caminaron al coche de ella.

- ¿Y si mandas mañana por tu coche? - pregunto Cynthia a Raul.
- Esta bien, no le veo problema alguno - respondió después de pensar unos instantes. Raul le abrió la puerta a Cynthia y subiéndose como copiloto partieron a casa de él. En el stereo sonaba "Sunny", las copas que habían bebido, estaban dando efecto, ambos cantaban mientras ella conducía a casa de él.





viernes

Como la cigarra...



Tantas veces me mataron, 
tantas veces me morí, 
sin embargo estoy aquí resucitando. 

Gracias doy a la desgracia 
y a la mano con puñal, 
porque me mató tan mal, 
y seguí cantando. 
cantando al sol, 
como la cigarra, 
después de un año bajo la tierra, 
igual que sobreviviente que vuelve de la guerra. 


Tantas veces me borraron, 
tantas desaparecí, 
a mi propio entierro fui, 
solo y llorando. 
Hice un nudo del pañuelo, 
pero me olvidé después 
que no era la única vez 
y seguí cantando. 

Cantando al sol, 
como la cigarra, 
después de un año bajo la tierra, 
igual que sobreviviente que vuelve de la guerra. 

Tantas veces te mataron, 
tantas resucitarás, 
cuántas noches pasarás desesperando. 

Y a la hora del naufragio 
y a la de la oscuridad 
alguien te rescatará, 
para ir cantando. 

cantando al sol, 
como la cigarra, 
después de un año bajo la tierra, 
igual que sobreviviente que vuelve de la guerra.


Maria Elena Walsh.