Apenas eran las 8 de la mañana del domingo, y Mariana ya estaba viendo el amanecer inmutada ante el bello cielo que nos regalaba Dios, Raúl la vio desde que se levanto de la cama y así en su bata blanca se fue a posar frente a la ventana, la contemplo unos minutos sabía que no había mayor consuelo que no decir nada y dejarla unos minutos sola.
- Sé que la extrañas - le decía Raúl a ella mientras se colocaba detrás de ella, abrazandola de la cintura y viendo el amanecer.
- Si, y mucho, hoy no será un día fácil Raúl - le respondió Mariana estrechando sus manos con las de él.
- Vamos a ver que sucede, ok?, pero hoy juntos a la par - finalizó Raúl.
Y así quedaron ambos viendo el amanecer sin decir nada, unos minutos, hasta que los perros, entraron para su paseo matinal.
1 comentario:
Amigo, la narración es lo tuyo.
Sigue deleitándonos con tu talento.
Saludos y buen día.
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