viernes

Sexo, amor, pasión

Al entrar a su departamento algo no estaba, las ventanas estaban abiertas y él siempre le pedía que permanecieran cerradas. Los cojines de la sala estaban en distinta forma, las cortinas a medio abrir y se percibía un aroma a mujer, Raul un poco asustado reviso la cocina, y comenzó a checar cada habitación al entrar a su habitación, escucho la regadera sonar, en ese momento se dio cuenta que no podía ser mas que una persona, una persona que tuviera sus llaves, al abrir la puerta del baño, vio la silueta de Mariana, se estaba tomando una ducha, ¿el por qué estaba ahí? no lo sabía... Pero por unos minutos no hizo otra cosa mas que admirar el cuerpo de Mariana, él no sabía si ella ya lo había visto o no, solo se quedo en la puerta viendo como pasaba el jabón por su cuerpo, por su vientre plano, por sus senos pequeños y duros, por sus piernas torneadas. Sin más solo volvió a cerrar la puerta del baño y fue a la cocina, abrió una cerveza y encendió el televisor. Zeus y Socrates se acostaron junto a él, de la nada apareció Mariana húmeda del baño y portando una camisa blanca de Raul, solo abotonada hasta el ombligo.

- ¿A que hora llegaste? - Pregunto Mariana besando detrás del sillón el cuello de Raul.
- No hace mucho - inclinando la cabeza sobre el respaldo del sillón para ver la cara de ella.

La camisa húmeda ya pegada al cuerpo de Mariana, no tapaba la desnudez de ella, solo la camuflaba, Raul quedo sorprendido por que aquella pequeña criatura que muchas veces ocultaba su desnudez hoy se le ofrecía en bandeja de plata. Sus cabellos mojados caían naturales sobre los hombros de ella.

- Me gustas enana - Le decía Raúl, mientras escaneaba de pies a cabeza la belleza que para ese entonces ya la tenía tapando el televisor. Los perros instintivamente entendieron o Raul con la mano los bajo y en su lugar Mariana se subió en el sofá, cada pierna a cada lado del cuerpo de él, paso sus brazos por el cuello de Raul y dandole un beso le pregunto - ¿Que es lo que mas te gusta? - desabotonando los tres botones que apenas uso. Raúl la ayudo a deshacerse de su camisa, ella tomo su cabello y lo paso para un costado, tomandose sus senos le dijo - ¿Estás te gustan? - mientras miraba picaramente,  Raúl solo se mordía el labio viendo su cuerpo. Ella tomo las manos de él y puso sobre su senos - dime ¿te gustan? -

Algo que amaba de esa mujer eran sus senos. Pequeños, suaves y duros.. - gustarme? me vuelven loco - dijo Raul jugando con aquellos pezones rosados y duros.

Mientras con las yemas de sus dedos apretaba suavemente los pezones de Mariana, disfrutaba ver como ella inclinaba su cabeza hacia atrás y movía suavemente sus cadera intentando masturbarse con su miembro ya erecto. En aquel momento, Raul paso sus labios por el cuello de Mariana, y con mordiscos, seguia moviendo sus dedos entre los pezones de aquella hermosa mujer.

Raul jamás le había confesado a Mariana que ella expedía un olor particular, el cual lo volvía loco, no era su perfume, ni su desodorante ni mucho menos la crema que vanidosamente se aplicaba todas las noche por todo su cuerpo antes de dormir. Era algo tan suyo, que con olerla ya quería tenerla entre sus piernas.

- hoy quiero que te vengas con mis dedos - Mariana se acariciaba sus senos y las manos de él, pasaron a su cintura, una de sus manos se dirigió a su enigmática cueva y la otra empezó a zafar su cinturón para liberar su miembro que ya estaba totalmente erecto, su otra mano empezaba acariciar su clítoris y a separar sus labios. Mariana solo se dedicaba a gozar ese momento, los dedos de él ya entraban y salían de ella. Aquel olor cada vez inundaba la mente y el alma de Raul.

- Desvistete Raul, quiero que me hagas tuya - Raul la cargo y sin tardarse mucho se quito la camisa, ella le ayudaba a bajarse los pantalones. Cuando reacciono Mariana ya tenía el pene de Raul a la altura de su cara y con una pequeña sonrisa y un pellizco en los testículo de él, le anunciaba que le tocaba a ella darle un poco de placer. Mariana empezó con pequeños besitos y caricias en la nalgas de él. Él acariciaba su cara y acomodaba el cabello para poder visualizarla mejor. Ella empezó a tener mas ritmo y poco a poco metía un poco mas de él en su boca...

Esta vez era Raul quien empezaba a respirar cada vez mas duro y tomando con sus manos el cabello de Mariana, sentía como esa boca caliente generaba corrientazos que llegaban hasta su cabeza.

Ella era mala y le gustaba parar para ver la cara que él hacia pidiéndole con su mirada mas... pero ella solo sonreía y comenzaba de nuevo mordiendo el miembro de su novio muy suavemente y recorriendolo con  su lengua.

- Quiero penetrarte, déjame hacerlo...
- No, ahora me toca a mí.... No tenia que decir ni una palabra mas. Raul se dirigió al sexo de su novia y esta vez, era él quien sentía el calor que emanaba... antes de besarla, paso su dedo medio por aquel sexo, sintiendo aquella humedad mezclado con un calor intenso... molesto un rato el clítoris y sin dejar de moverlo, paso su lengua en aquellos labios y empezó a besarlos..

Escuchaba como Mariana gemía de placer, y eso lo motivaba a seguir besando con mordiscos y chupadas cada vez mas fuertes. Mariana totalmente recargada sobre el sillón su nalgas sobre la orilla de este incomodaba un poco a Raúl, por eso él puso las piernas de ella sobre sus hombros así ella estaría mas relajada y el podría beber y lamer toda aquella entrada que Mariana le ofrecía entre la lengua de Raul y su dedo lograron que ella tuviera su primer orgasmo.

- ¡Espera! - alejando Mariana a Raul, las piernas de ella ya entrelazando el cuello de él, no lo dejaban escapar, pero le dio una vista sin igual del movimiento de caderas y la tensión que producían las piernas de Mariana, no paso mas de un minuto, cuando ella miro de nuevo a Raul, sonriendo y con ojos extasiados le dijo - ¿Podrías penetrarme ya?, ¡ya no aguanto mas, quiero sentirte dentro! - Raúl sin dejar que Mariana bajara las piernas se acomodo y jugando un poco con ella, solo rozaba su pene sobre su vagina pasandolo de arriba hacia abajo y metiendole poco su glande y volviendolo a sacar... Sin avisar Raul de un solo movimiento dejo entrar todo el largo de su pene...

Raúl moviéndose suavemente dentro del cuerpo de su amada, sentía como el calor de ella se apoderaba de su miembro y como sus fluidos empezaban a mezclarse con los de él..
Se hacía cada vez mas resbaloso y sus movimientos, mas rápidos... deleitaba sus oídos escuchando el sonido de la penetración mas aquellos gemidos duros y secos de la mujer que estaba poseyendo. Sus bocas no paraban de luchar en un interminable beso...

Era un momento único, en ese momento no eran hombre y mujer eran un solo ser transmitiendose amor, confianza y pasión, las piernas de ella entrelazadas y ayudando a empujar el miembro de Raul, las manos de Raul sosteniendo la cara de Mariana, Mariana como podía le decía un te amo el ritmo no parecía terminar, hasta que Raul no pudo mas y termino dentro de ella. con pequeñas contracciones y ambos sudados terminaron ella su segundo orgasmo, el su primero.

- ¿Y si ponemos una película? - pregunto Mariana acostandose sobre el sofá y Raul detrás de ella.
- Como quieras, quiero chaparra - Y así desnudos y acostados sobre el sofá pasaron la tarde del viernes.


Juan Carlos López  Malo.

sábado

Llegada habitual. (borrador)

Sin hacer el menor ruido Raúl, metió la llave por el cerrojo, lo hizo con tanto cuidado que no despertó a los perros, con sumo cuidado cerró, no sin darse cuenta que Zeus, su Mastín Ingles, ya estaba detrás de él.
- Shh, Zeus, no despiertes a nadie, ok? - Zeus pareció entender pues solo lo veía sin hacer el mínimo ruido, Así Raúl, llego a su habitación, se cambio, fue al baño, se lavo la cara y desnudo se fue a la habitación, donde esperaba Mariana ya dormida. Así era la vida entre semana de ellos, el salía dos horas después que Mariana, pero todas las mañanas él se levantaba a preparar el desayuno, en lo que ella se bañaba y se alistaba para ir a la boutique. Durante el día ellos estaban comunicados por mensajes cuando podían y sin esperar una respuesta al instante, pero siempre se daban un minuto para hablar por teléfono y preguntarse sobre su día. Raúl no tenía hora de entrada y mucho menos de salida. Este día no sería la excepción. 
- ¿Quieres cenar? - pregunto Mariana con una voz totalmente adormilada y mostrando su pecho.
- No bebe, cene con el doctor, por cierto te manda saludos - metiendose a las cobijas, en cierto aspectos eran totalmente distintos, ella siempre tapada, el se quitaba las cobijas y dormía con la pura sabana.
- Hasta mañana amor, y me place que hayas cenado con tu padre - volteandose y dandole un beso a Raúl.
- Oye chaparra, por cierto, tenemos todo el fin de semana para nosotros, ¿hay que planear algo, no? - susurrandole Raúl a Mariana en su oído. Mariana volteó emocionada y dandole un beso.
- este fin es para nosotros - le dijo.

miércoles

Pequeño escrito (intento de poema)




Estaba yo sentado en mi mesa favorita
escuchando mi rola favorita
tomando mi cerveza favorita
a mi hora favorita
con mi novia favorita...

se me fue la idea...

Desmadre.




Vamos a una fiesta, 
si a una fiesta con emparedados, 
helados y dulces, pues.
Vamos a comer, vamos a tomar, 
nos vamos a emborrachar, 
vamos a jugar a las manitas calientes. 
Huy no mejor no, 
por que juego de manos es de villanos, 
mejor vamos a jugar a camarón 
que se duerme se lo lleva la corriente. 
Y si Cate pasa por mi casa, 
yo le invito una taza de agua 
y le doy un vaso de té 
y de paso le presento a mi amiga Camila 
y se conocen, se quieren, se casan 
y se cruzan y tienen una bola de hijos igualitos, 
por que el hijo de Tigre siempre tiene que ser pintito.
Si estorbo me quito si me quito no estorbo 
y no soy ningún bobo 
por que llego y le cobro a Doña Blanca 
que esta cubierta de pilares de Oro y Plata.
Se los quito y me los llevo y la dejo sin nada. 
Se pone a trabajar y no encuentra nada, 
pero el cuento de niños aquí 
ya se acabo por que el trabajo 
que ella hace es clasificación C, 
¿si?, yo lo sé, así la conocí 
y si tú no me crees, 
cuenta hasta tres 
ó preguntale a mi pescado 
que que nada en la fuente 
que tiene un chorrito 
que se hace chiquito y se hace grandote... 

mejor brinca la tablita por que yo ya me canse...

domingo

Fiel a nuestra infidelidad

Ese fin de semana ella iría con sus amigos, Raul solo partió con su cartera. Ella aseguró estar en la entrada de la estación donde él pasaría a recogerla el sábado a las 9, el Chalet ya estaba listo, champagne, fresas, caviar y frutas frescas. 
Ella le dijo a su pareja que iría con su madre y que regresaba el domingo por la tarde, Matías no puso objeción, Sin más salió como siempre tarde, dejando esperar un rato a Raul, un tanto para darle a entender que esto era de dos y otro tanto para hacerlo sufrir.

Al fin llego Adriana al lugar indicado, lentes obscuros y una maleta, como buen caballero Raul bajo y puso las maletas en la parte trasera, saludo a Adriana y después de abrazarla, le abrió la puerta, se vieron un rato así abrazados, sin decir nada... Durante el trayecto hablaron de sus vidas laborales, ella creciendo enormemente en el ámbito de la televisión, él, en el área comercial, hablaron de sus parejas, de Matías y del crecimiento que estaba teniendo en la constructora, él hablo de Mariana y de como estaba poniendo su propia boutique en una zona exclusiva, hablaron de las viejas amistades, de los que se estaban casando, de los que ya tenían hijos, de los que ya estaban divorciados, de los que habían fallecido y de las nuevas conexiones que estaban logrando.

Estando juntos ellos eran verdaderos, ella dejaba de fingir sus risas y su postura, él podía decir malas palabras, contar chistes sin risa y fumar, dejaba al imponente Raul y era solo él, Adriana dejaba de comportarse como una inocente e indefensa mujer. Así estuvieron durante dos horas que duro el viaje al Club Santa María.

- Siempre aquí, siempre contigo - dijo Adriana abriendo la puerta del Chalet, y viendo que todo estaba como en su última visita. - podría vivir aquí ¿sabes? -
- si lo sé, yo también podría - respondió Raul, cerrando la cajuela del carro con las maletas ya en mano. 

Ella corrió con él para ayudarlo y juntos entraron, dejaron las maletas con una sola prenda para el día siguiente y como era costumbre, él encendió el fuego, ella se fue a la cocina. Ambos sabían como terminaría la noche pero no tenían prisa, no era su primera vez, ni sería la última vez que lo harían. 

- Hoy juega nuestro equipo, pon el partido - dijo Adriana sonriendo por que con Matías no podía verlo por que a él no le gustaba el football, decía que era un juego de pobres. Raul puso el televisor que se encontraba arriba de la chimenea y comieron unos sandwiches que preparó Adriana.

Al terminar el juego se fueron a la sala, destaparon el champagne y antes de que Raul le diera su copa, ella ya se encontraba desnuda frente a él.  Levantando la ceja y tomandose todo el champagne que le había servido. Sin más se acerco a ella y dejando las copas en la mesa, le empino la botella de Dom Pérignon para que la tomará con la boca, las gotas que caían por el cuello de Adriana, Raul las seguía con su lengua, hasta llegar a sus senos firmes. Adriana le quito la botella y ella sola se vertía el líquido por su cuerpo viendo como Raul le lamía completo el cuerpo, las manos de él, estaban firmemente atadas a sus glúteos. Adriana le quitó la camisa que estaba de rodillas frente a ella, el solo besaba su cuerpo, acariciaba su espalda, sus glúteos y sus piernas.
- levantate - le dijo al oído, él obedeció. ambos parados, el tomó su cara con ambas manos y la besaba con una ternura, ella quitaba el cinturón y bajo sus pantalones... Esa noche ambos hicieron el amor como realmente les gustaba hacerlo, a ella le gustaba sentirse domada, le gustaba como Raul la hacía suya, como le tomaba el cabello con fuerza y la giraba para acariciarla, a él le gustaba que le sangrarán la espalda con sus uñas y como lo apretaba contra ella con sus piernas. Así amanecieron desnudos sobre la piel que tenían como alfombra frente a la chimenea, desnudos fueron a la habitación, se bañaron.

- ¿Amor, como amaneciste?, te extraño mucho, llego a las 4 ¿podrías pasar por mi a la estación de la casa? - decía Adriana mientras Raul le sacaba su ropa interior de su maleta. - Si yo también te amo, bye bye. - 
- ¿No te da pena ser así con el buen Matías? - dijo Raul...
- No, crees que ese hijo de puta, no tiene sus amantes... no me creas tan inocente - le respondía mientras se acomodaba el sostén. - ¿tú no le marcarás a Mariana? - pregunto Adriana con una pequeña curiosidad de saber que le diría a su amiga con quien salía a tomar el café todos los miércoles.
- Checa... - sacando su celular de su maleta - Bebe, sigues con tus amigas... ok... yo ya voy a la casa... si... me quede con Ricardo... Obvio no fume... si... nos vemos en casa... te amo - colgando y asegurandose Raul que estuviera cerrada la llamada.

ambos dejaron el Chalet y pusieron la llavesita debajo de la tercera maseta de la entrada. Durante el camino ella se recostó sobre el hombro de él y en silencio regresaron a la ciudad, ambos sabían que jamás estarían juntos, jamás se dirían te amo o te necesito o quiero casarme contigo. Ambos sabían que desde hace mas de 10 años han visto pasar novios y novias, viajes y separaciones, pero siempre una vez al año eran ellos. Él la dejo en la estación y antes de bajar del auto se dieron el último beso, se vieron a los ojos y rieron como cómplices que se volverían a ver.