domingo

Fiel a nuestra infidelidad

Ese fin de semana ella iría con sus amigos, Raul solo partió con su cartera. Ella aseguró estar en la entrada de la estación donde él pasaría a recogerla el sábado a las 9, el Chalet ya estaba listo, champagne, fresas, caviar y frutas frescas. 
Ella le dijo a su pareja que iría con su madre y que regresaba el domingo por la tarde, Matías no puso objeción, Sin más salió como siempre tarde, dejando esperar un rato a Raul, un tanto para darle a entender que esto era de dos y otro tanto para hacerlo sufrir.

Al fin llego Adriana al lugar indicado, lentes obscuros y una maleta, como buen caballero Raul bajo y puso las maletas en la parte trasera, saludo a Adriana y después de abrazarla, le abrió la puerta, se vieron un rato así abrazados, sin decir nada... Durante el trayecto hablaron de sus vidas laborales, ella creciendo enormemente en el ámbito de la televisión, él, en el área comercial, hablaron de sus parejas, de Matías y del crecimiento que estaba teniendo en la constructora, él hablo de Mariana y de como estaba poniendo su propia boutique en una zona exclusiva, hablaron de las viejas amistades, de los que se estaban casando, de los que ya tenían hijos, de los que ya estaban divorciados, de los que habían fallecido y de las nuevas conexiones que estaban logrando.

Estando juntos ellos eran verdaderos, ella dejaba de fingir sus risas y su postura, él podía decir malas palabras, contar chistes sin risa y fumar, dejaba al imponente Raul y era solo él, Adriana dejaba de comportarse como una inocente e indefensa mujer. Así estuvieron durante dos horas que duro el viaje al Club Santa María.

- Siempre aquí, siempre contigo - dijo Adriana abriendo la puerta del Chalet, y viendo que todo estaba como en su última visita. - podría vivir aquí ¿sabes? -
- si lo sé, yo también podría - respondió Raul, cerrando la cajuela del carro con las maletas ya en mano. 

Ella corrió con él para ayudarlo y juntos entraron, dejaron las maletas con una sola prenda para el día siguiente y como era costumbre, él encendió el fuego, ella se fue a la cocina. Ambos sabían como terminaría la noche pero no tenían prisa, no era su primera vez, ni sería la última vez que lo harían. 

- Hoy juega nuestro equipo, pon el partido - dijo Adriana sonriendo por que con Matías no podía verlo por que a él no le gustaba el football, decía que era un juego de pobres. Raul puso el televisor que se encontraba arriba de la chimenea y comieron unos sandwiches que preparó Adriana.

Al terminar el juego se fueron a la sala, destaparon el champagne y antes de que Raul le diera su copa, ella ya se encontraba desnuda frente a él.  Levantando la ceja y tomandose todo el champagne que le había servido. Sin más se acerco a ella y dejando las copas en la mesa, le empino la botella de Dom Pérignon para que la tomará con la boca, las gotas que caían por el cuello de Adriana, Raul las seguía con su lengua, hasta llegar a sus senos firmes. Adriana le quito la botella y ella sola se vertía el líquido por su cuerpo viendo como Raul le lamía completo el cuerpo, las manos de él, estaban firmemente atadas a sus glúteos. Adriana le quitó la camisa que estaba de rodillas frente a ella, el solo besaba su cuerpo, acariciaba su espalda, sus glúteos y sus piernas.
- levantate - le dijo al oído, él obedeció. ambos parados, el tomó su cara con ambas manos y la besaba con una ternura, ella quitaba el cinturón y bajo sus pantalones... Esa noche ambos hicieron el amor como realmente les gustaba hacerlo, a ella le gustaba sentirse domada, le gustaba como Raul la hacía suya, como le tomaba el cabello con fuerza y la giraba para acariciarla, a él le gustaba que le sangrarán la espalda con sus uñas y como lo apretaba contra ella con sus piernas. Así amanecieron desnudos sobre la piel que tenían como alfombra frente a la chimenea, desnudos fueron a la habitación, se bañaron.

- ¿Amor, como amaneciste?, te extraño mucho, llego a las 4 ¿podrías pasar por mi a la estación de la casa? - decía Adriana mientras Raul le sacaba su ropa interior de su maleta. - Si yo también te amo, bye bye. - 
- ¿No te da pena ser así con el buen Matías? - dijo Raul...
- No, crees que ese hijo de puta, no tiene sus amantes... no me creas tan inocente - le respondía mientras se acomodaba el sostén. - ¿tú no le marcarás a Mariana? - pregunto Adriana con una pequeña curiosidad de saber que le diría a su amiga con quien salía a tomar el café todos los miércoles.
- Checa... - sacando su celular de su maleta - Bebe, sigues con tus amigas... ok... yo ya voy a la casa... si... me quede con Ricardo... Obvio no fume... si... nos vemos en casa... te amo - colgando y asegurandose Raul que estuviera cerrada la llamada.

ambos dejaron el Chalet y pusieron la llavesita debajo de la tercera maseta de la entrada. Durante el camino ella se recostó sobre el hombro de él y en silencio regresaron a la ciudad, ambos sabían que jamás estarían juntos, jamás se dirían te amo o te necesito o quiero casarme contigo. Ambos sabían que desde hace mas de 10 años han visto pasar novios y novias, viajes y separaciones, pero siempre una vez al año eran ellos. Él la dejo en la estación y antes de bajar del auto se dieron el último beso, se vieron a los ojos y rieron como cómplices que se volverían a ver.

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