jueves

Pis Aller.

- ¡Dejenme pasar!, ¡necesito verlo! - Empujando Raul a dos hombres vestidos de túnicas blancas.
- ¡No puede!, ¡no tiene cita!, disculpenos Sr. de la Roca - decía uno de los que trataba de controlarlo. - Además esta en el jardín y no podemos molestarlo - 
- Diganle que soy Raul, él sabe quien soy - exclamaba Raul, furioso porque no podía verlo.
- Que sucede aquí, ¿por qué tanto escándalo, Miguel?- Preguntaba aquel hombre de barba blanca y un exquisito traje de lino blanco, tocando el hombro de los dos hombres que trataban de detenerle la entrada a Raul
- Disculpenos Alteza, pero este señor esta muy insistente en que quiere verlo y le hemos dicho que no es momento - Respondía Gabriel un poco mas tranquilo - Pero saben que en mi casa todos son bienvenidos y tengo tiempo de sobra para atender a nuestros invitados... por favor Raul, acompañame al jardín, ahí platicaremos - Mientras el señor acomodaba el traje de Raul y con unas señas y un guiño de ojos les daba a entender a Gabriel y a Miguel que estaba bien - ¿Esta bien?, ¿te ofrezco un vaso con agua? -
- Gracias Señor, si por favor - respondía Raul, siguiendo al señor por un pasillo que daba a su jardín.

Era la primera vez que Raul pisaba esa casa, era completamente hermosa, varios bustos sobre el pasillo y cuadros de varios artistas, Raul conocía varios de ellos, pero los que había visto en museos y exposiciones eran copias y aquel señor tenía los originales, el piso era de mármol blanco con diminutas imperfecciones que le daban un toque rustico y acogedor. 

- ¿me ayudarías a sostener esto? - le preguntaba a Raul, dandole una regadera de metal de esas que dan risa, él en cambio se ponía un sombrero de mimbre y tomaba de una mesita unas tijeras de jardinería - Dime Raul, ¿A que debo tu agradable visita? - sentandose de rodillas y cortando unas pequeñas hojitas que descuadraban de esa flor.
- ¿Por que eres así?, ¿Por que tantas pruebas?, ¿Por que la pusiste a miles de kilómetros de mi?, ¿la volveré a ver? - Raul no podía ni quería callar sus preguntas, estaba enojado, cansado y sobre quería respuestas.
- Hijo, ves esta flor... ella esta creciendo sola, se esta abriendo camino por ella misma, obvio y es comprensible que necesite una pequeña ayuda con la hierba que crece mas rápido y pueda quitarle el sol, en brindarle agua, pero ella misma esta forjandose su destino, su camino y su tallo día a día se vuelve mas fuerte, ¿lo ves? - viendo a Raul desde abajo, por que Raul seguía de pie.
"Pis Aller", ¿eso quieres decir? - Respondiendole con otra pregunta Raul.
- Si hijo, veo que simplificaste mi metáfora con dos palabras y tienes razón "pis aller", es eso hijo, ambos tienen un último recurso para ser felices - dandole a entender que era de dos - ¿podrías regar un poco? - señalando a la flor - nosotros... - hablando por él y sus ángeles - les hemos cambiado su camino para que se vuelvan a cruzar, la primera vez... tú... disculpa... no supieron como entenderse, por sus caracteres pero veo que ahora tú has cambiado, hace tiempo que no veo a Marianita, pero la conozco es una niña adorable y si te entrega su amor, serás correspondido, o ¿me equivoco? - riendo humildemente aquel hombre.
- No, no te equivocas ella lo es todo para mi... pero ¿por qué no hacernos todo mas fácil? - reclamandole a Dios.
- Hijo, solo podemos ayudarles a quitarles la mala hierba y darles unas regaderas para que ustedes puedan alimentar su amor, ustedes saben perfectamente cuando deben darse mas amor, cuando deben comprenderse mas, cuando apoyarse mas, cuando dar la otra mejilla, cuando decir lo siento, cuando decir te amo, nosotros no podemos hacerles la vida mas fácil, sino no sería vida, ¿cierto? - Sin darse cuenta o mas bien sabiendo exactamente como tratar a Raul, aquel señor le daba las respuestas correctas con otras palabras.
- ¿volveremos a estar juntos? - pregunto Raul mas tranquilamente.
- ¡Dalo por hecho!, te conozco Raul, tu has forjado tu destino sin seguir a los demás, y también la conozco, es una chiquilla que cuando algo se le mete a la cabeza, nadie en este mundo es capaz de hacerla cambiar de parecer - riendo tiernamente aquel señor de ya unos años encima.
- Gracias, y ahora sé por que viene tan seguido aquí Mariana, es.. esta... hermoso tu jardín - palabra que pocas veces decía o reconocía Raul. - Si viene a verte dile que la amo, que de verdad la amo y que mi orgullo valiente se ha puesto cobarde por que necesita de su calor. -
- Hijo, Ahora estas completo, ella era quien necesitabas para estar feliz - sonriendole a Raul - y claro que le pasaré tu mensaje -
- Ok... Dios, te dejo por que tengo negocios que atender - dejandole la regadera a su costado 
- espera, deja te acompaño - limpiandose la rodillas aquel viejo
- No, no te apures conozco el camino, despidiendose con una pequeña caricia en el hombro de Dios - Dejandolo atrás, Raul regreso por mismo pasillo por el que había pasado anteriormente, en la entrada se encontraban Miguel y Gabriel abriendole cada uno un lado de aquella puerta de cristal cortado, antes que despidieran a Raul, - Ustedes si están feos - Fue lo último que le dijo a los dos hombres rubios, ojos azules y claramente mas altos que Raul, salió de la casa, no sabía si regresaría algún día, pero por dentro estaba tranquilo, ese jardín era como una terapia lograba relajar y olvidabas cualquier problema.

- Gloría, ¿Que tenía que hacer a las tres? - preocupado por que no recordaba nada - perfecto voy en camino, por cierto... ve a la casa y llevate a los perros al veterinario... gracias!, nos vemos mañana. - colgando y aún si arrancar el motor de su automóvil - aló, sé que estas trabajando, te hablo rápido para desearte bonito día y que te amo, pronto nos veremos - sin dejar que Mariana dijera nada le colgó, arranco su coche y partió a su otro compromiso.

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